Aquí exploraremos la idea de placemaking en esta nueva década y esbozaremos una hoja de ruta hacia cinco elementos clave para crear lugares vibrantes y resilientes en el mundo post-pandemia.   

En primer lugar, es importante aclarar que el futuro de los lugares depende, en nuestra opinión, de la combinación de dos áreas de especialización existentes: place branding y placemaking. La potencia, que es una fusión de ambos, es la columna vertebral de lugares exitosos. En el futuro, al referirnos a la creación de lugares, estamos infiriendo el uso de ambas líneas de pensamiento.   

Ahora que hemos aclarado nuestra comprensión del placemaking, pasemos a los cinco elementos clave para el placemaking exitoso.   

Establecer una visión compartida  

Aquí es donde hablaríamos sobre el place branding. Antes que nada, es importante establecer una visión compartida para el lugar que debe basarse en su identidad real. Para que esta visión esté alineada con la identidad del lugar y compartida por todas las partes involucradas, nos dirigimos al segundo elemento clave.   

Comprometerse con la comunidad  

Nadie conoce mejor los problemas, debilidades y virtudes de un lugar que la propia comunidad. La identidad, y por lo tanto la visión, surgen de este arreglo. El compromiso creará un sentido de pertenencia y un sentido de pertenencia construye orgullo. Esto a su vez defiende y ayuda a promover el lugar a través de la colaboración y el pensamiento colectivo.   

Piensa más allá del hardware  

El hardware puede entenderse como los aspectos inmóviles de un lugar, sus edificios, su arquitectura y su paisaje. Pero un lugar es mucho más que eso. Es necesario involucrar las otras dos dimensiones de este ecosistema: software y peopleware. El software se refiere a las actividades que dan vida al lugar y peopleware se refiere a las personas y su comportamiento cultural, que a su vez crea la identidad del lugar.  

A veces un buen lugar no necesita nuevos productos tangibles o edificios, sólo un buen programa de actividades o la promoción de las características culturales existentes.   

Ir supraterritorial  

Esta pandemia nos ha revelado lo obvio. Un lugar es mucho más que su territorio. Mientras que los países que se preocupaban exclusivamente por sus aspectos físicos y presenciales sufrían, otros, ya comprometidos con la desterritorialización y la desmaterialización (acelerada por la pandemia) lograron crear experiencias virtuales. Esto permitió que los lugares mantuvieran la presencia global de sus lugares en la mente de las personas, incluso si nadie podía, de hecho, ir allí.   

Ser supraterritorial es entender que una ciudad/lugar es un escenario para encuentros y oportunidades. Si esto no se puede hacer físicamente, es necesario buscar otras formas de conectar personas y lugares, lo que, de hecho, no es más que conectar personas con personas.  

Aprende del caos  

Busca la antifragilidad, un concepto que sugiere que vayamos más allá de la resiliencia aprendiendo y fortaleciéndonos de eventos de gran impacto negativo.  En el corazón del pensamiento antifrágil aplicado a los lugares están todos los elementos anteriores de esta lista (y varios más que no encajarían en este artículo). Sin embargo, debemos señalar algo que Nassim Taleb, creador del término «antifrágil», llama opcionalidad. En algunos lugares, el uso de este concepto se aplica a la idea de no concentrar todos nuestros esfuerzos en un solo vector de desarrollo económico, como el turismo. ¿Qué pasó con los lugares que fueron 100% turísticos durante la pandemia de COVID-19?  

A través de estos cinco elementos clave podemos ver cómo el placemaking va mucho más allá de las cuestiones físicas, arquitectónicas y urbanas. Podemos ver cómo los lugares han sido, y están siendo, insertados en ecosistemas complejos que necesitan ser repensados, desde las esferas de toma de decisiones hasta la propia matriz de desarrollo económico. Independientemente de dónde comience este cambio de visión, es importante recordar siempre la máxima shakespeariana:  

¿QUÉ ES UNA CIUDAD SINO LA GENTE?